Todo por la camiseta…
Esa tarde llegue como siempre a ver si jugaba. Como de costumbre no me esperaban con muy buena cara, bueno, mis habilidades futbolísticas no eran lo suficientemente buenas como para alegrarse por mi llegada.
Me acuerdo que no ingrese al inicio del partido, pese a haber sido puntual y haber cancelado mi camiseta como de costumbre, pago que según me decían, era para el lavado de las prendas, que pese a cancelar, notaba que tenían el mismo olor a sudor, o mejor dicho, peor; nauseabundo de las semanas pasadas.
El entrenador desesperado miraba al banco, solo quedaba yo, aun así, esperaba...
De pronto se acerca alguien y le dice al oído algo que en ese momento no comprendí…
Me toco la hora de jugar, que bien, ya me sentía mal, tenía todas las ganas de demostrar que los entrenamientos en la calle con mis amigos habían servido mucho. No dejaba de recordar a mi tío quien me llevó a este equipo para que jugara. No se porque lo hizo, ¿me encontraría bueno para la pelota?.
Llevaba quince minutos en el partido, faltaban como diez para que terminara y aun no me daban pases.
- ¿Qué pasa? ¿no confían en mi? .
Siempre creí que el fútbol era un juego de equipo, pero ahí estaba, junto a diez compañeros y ninguno me pasaba la pelota.
-¿Que tan importante era un partido?, ¿Qué buscaba en ese lugar?¿Era parte del equipo o un cáncer que debían extirpar?
Bueno la solución llego faltando cinco minutos para que terminara el encuentro..
El árbitro detiene el juego, todos me miran, y resignado salgo de la cancha.
Desde ese día descubrí que los mejores partidos fueron esos en los que participe en la calle, junto a mis verdaderos amigos, aquellos que sin reglas podíamos divertirnos junto a una pelota, aquellos que no necesitaban redes para hacer valer un gol, esos que no pegaban patadas y que creían que el fútbol era mas que un juego, mas que juego de equipo eran un juego de verdaderos amigos. Eso nunca lo olvide.
Hoy me entretengo viendo partidos de las ligas mas importantes, recordando aquellos días en que era uno de esos, el mejor futbolista del mundo y disfrutaba con tanta alegría cuando la pelota pasaba por entre las dos piedras del equipo contrario. El encuentro solo terminaba cuando la pelota era reventada por un vehiculo imprudente o nos llamaba la mamá.
Ahhh, con el tiempo comprendí que le dijeron al oído al entrenado:
-DEJALO JUGAR UN RATO, YA PAGO LA CAMISETA.
por: Freval
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